Fugaz es una pizpireta estrella. Vive ahí arriba, en el cielo, según se mira inclinando el cuello (ojo, ¡que duele!), y sabe, claro, todo lo que pasa en el mundo de las estrellas. Tiene cinco puntas y es amarilla, y eso la hace ya la más especial de las estrellas que podemos conocer. Es cierto que solemos pintar a las estrellas con puntas, cuatro, cinco... algunos hasta ocho puntas les ponen, aunque es un lío cuando estás con el lápiz de colores. Y las estrellas de verdad, eso lo sabe bien Fugaz, son más bien redondas: esferas de gas a muchísima temperatura.
Pero en nuestro cuento, Fugaz habla y canta y baila con los participantes de la sesión en el Planetario de Pamplona. Y tiene amigos con los que haremos un recorrido por el cielo, como una enorme osa (hermosa y perezosa, que lo sepáis) a la que le encantan las adivinanzas, o una Luna que cambia de traje cada semana para pasearse por el cielo, y a la que Fugaz le canta nanas. Fugaz, si tiene ganas, nos enseñará a contar planteas, viajará por ellos y convertirá la Sala Tornamira en una especie de ruleta llena de sorpresas. Y también nos llevará de excursión: en el viaje más rápido, centelleante, como solo las estrellas fugaces pueden hacerlo, iremos desde la montaña al océano, de la playa a la granja, o asistiremos a una función de circo y un espectáculo de marionetas. Veremos cómo puede nevar, o cómo viajar por el Sistema Solar.
Y todo desde el Planetario de Pamplona.